SOBRE EL PELIGRO DE INTENTAR DERROCAR A CHAVEZ POR LA VÍA VIOLENTA

Al paracaidista Hugo Chávez Frías le fascinan las conspiraciones. Y no podía ser menos, si el tipo tiene de mentor a uno de los peores paranoicos que han visto los tiempos modernos, uno al que según el propio mentor, sólo la CIA, ha intentado asesinarlo más de 600 veces. De sobra es sabido que en la mística del machismo revolucionario de los años 50 y 60, se era más macho mientras más veces se coqueteara con la muerte y se saliera ileso. De ahí las leyendas del grupo suicida del Ejército Rebelde, Efigenio Ameijeiras, el Vaquerito y los 600 planes de atentados al Paciente en Jefe.

Chávez ha aprendido que burlar la muerte aparentemente engrandece su imagen. Lo que no le explicaron es que no sólo se trata de burlar la muerte, sino de hacerlo con carisma; pero ahí si está jodido el hombre, porque es un batido de polín de línea, el pobre. Para matar a un presidente tiene que haber conspiración o conspiraciones. Por eso pienso que el militar de marras está loco porque lo maten, o mejor dicho, porque intenten matarlo. De ahí que se invente una conspiración tras otra que irremediablemente debe terminar en bronca, conflicto armado y sangre (no la de él, por supuesto). Con una retórica de comuna y el intelecto de dos analfabetos juntos, Chávez se inventa vuelos espías desde Colombia con aviones a control remoto suministrados por los yanquis, invasiones norteamericanas y disparos de francotiradores. Todavía no llega 600 atentados, pero ya sabemos que para eso deben pasar 50 años.

La triste realidad es que está en juego el destino de una nación, que sucumbió una noche al marketing revolucionario del militar redentor y Mesías de los pobres. Bueno, a nosotros los cubanos, que ya habíamos visto el original de esta película, el remake nos pareció una comedia fatal más que un drama social, pero no hay nada cómico aquí.

Un amigo venezolano me decía: “A este loco hay que meterle una bala en la cabeza”, y de inmediato le dije: “¿Y para qué? ¿Qué van a resolver con eso?”. Y si lo analizamos, veremos que es algo completamente contraproducente (no es que no provoque, como diría el Conde del Guácharo, jejeje!!); a saber, el país caería en una espiral descendente peor que la que vive hoy, al resquebrajarse las ya endebles estructuras estatales, legales, y económicas; el riesgo de sumir al país en una guerra civil producto de la lucha para ocupar el vacío de poder es latente. Además, su nombre iría a engrosar la larga lista de mártires latinoamericanos inmolados a nombre del pueblo, en su lucha contra el temible imperio. No, no, amigos. Yo prefiero que se cocine en su salsa, en sus diatribas sin rumbo, en sus boberías insulsas, en su discurso de matón de cervecera. Es mejor que haga el ridículo y al final se lo trague el olvido.

Nuestro personaje de rojo tiene los días contados en Miraflores; él lo sabe. Y aunque nadie puede probarlo, con toda seguridad los traviesos muchachitos de Birán ya le habrán dicho, con las cajetas de dientes desencajadas: “Oye chico, apúrate porque lo que te queda en Palacio es una matiné.” Es probablemente por eso que anda como un loco, nacionalizando empresas, confiscando supermercados y, oh, secreto divino, cerrando emisoras de radio y de televisión que hayan incumplido alguna oscura ley de telecomunicaciones (ese truquito ya sabemos de quién lo aprendió). Así, a cualquiera le dan ganas quitar de en medio a semejante energúmeno, por cualquier vía. Ya él ha amenazado con responder en toda su energía a cualquier intentona golpista ¿cómo es que no lo vemos? Está pidiendo a gritos que intenten sacarlo a la fuerza, para atrincherarse en Miraflores per sécula seculorum; entonces sí vamos a saber lo que es socialismo del siglo XXI (por cierto, ya ni siquiera lo menciona).

El pueblo venezolano tiene la oportunidad de pasarlo a retiro de una vez por todas, por la vía democrática, a menos que él hinque las garras en el suelo y no quiera irse por las buenas. Pero mientras esté disponible la vía pacífica, no hay que darle motivos para que se entrone por la fuerza. Esperemos que los venezolanos hayan aprendido la lección, y sepan cuidarse, en lo adelante, de aquellos que lleguen al poder por la fuerza, dando gritos y prometiendo el Parnaso a los pobres.

Napo